fbpx
Saltar al contenido

Investigium

Portada » Uncategorized » ¿Es el temor a la Inteligencia Artificial justificado para los docentes?

¿Es el temor a la Inteligencia Artificial justificado para los docentes?

Chatgpt

Desasosiego, incertidumbre, colapso y quizás ansiedad ha generado a los profesionales del sector educativo la última versión de ChatGPT promocionada de manera gratuita -hasta los momentos- por la empresa tecnológica referente internacional sobre Inteligencia Artificial OpenAI. Incluso, también para algunos egresados universitarios cuyas profesiones o actividades puedan estar amenazadas por los avances de esta tecnología que ha dado vestigios de seguir generando transformaciones súbitas a todo nivel y en todo contexto.

Ante tal escenario, una de las interrogantes que pudiera emerger, y que titula estas reflexiones, sería: ¿Es el temor a la Inteligencia Artificial justificado para los docentes? Responder de forma inmediata con un sí o con un no, pondría en juego la continuidad de lectura por parte del lector o lectora; es por ellos que, a priori, es preferible brindar insumos que permitan argumentar tal dicotomía, aunque esto nos obligue a asumir una actitud determinista entre posiciones sin tonalidades intermedias.

Y es que, el aula de clases, como la conocemos hoy, ha de implosionar para dar paso o promover no una inteligencia artificial, sino la inteligencia natural, la cual está agotada de ser repetitiva o memorística (Ausubel), bancaria (Freire), competitiva y despersonalizada (Gaspar), en tanto que, hemos sido capaz de propiciar pensamientos y/o conductas en contra de la naturaleza misma del sujeto aprendiz, le hemos negado la oportunidad de reconocerse, de autorregularse y de descubrir su “yo” en un contexto relacionado con y entre “otros”.

Inteligencia artificial clases aula educación

El aula con la inteligencia artificial, ha de ser un taller de creación, un laboratorio de experimentación, de construcción, de transformación, un yacimiento de ideas y sueños que le demandan a la escuela/universidad las herramientas prácticas e inmediatas para ser materializadas.

Se acabaron las tareas para la casa o para los padres o para Google. Este último generó, hace algunos años, la emergencia de empresas millonarias “antiplagio” que vendieron sus productos a universidades e instituciones educativas con la promesa de señalar a todo aquel que incurriera en delitos que transgredieran los derechos de autor. Sorpresivamente, años más tardes, surgen empresas ofertando a estudiantes suscripciones a portales para el “parafraseo de textos”. ¿Paradójico? Sí, pero el fin de la educación nunca ha de ser el acoso.

La amenaza de generación de escritura con ChatGPT indetectable por estos software “antiplagio”, no es para la educación, sino para las arcas de estas empresas que verían sus negocios desmoronarse.

Para la educación -cuestión central- el desafío es transformarse, no hacer de su praxis un ejercicio rutinario, no centrase en la información -la cual está al alcance de todo estudiante con solo un comando de voz- sino en el desarrollo de las habilidades y destrezas necesarias para interpretar, analizar y comprender tal información, que además, le permita la resolución de problemas, la toma de decisiones, el trabajo en equipo, la inventiva, la generación de nuevas propuestas de desarrollo tecnológico con beneficio social, el cultivo de talentos innatos, entre otras tantas.

Desde su generalidad, la IA está compuesta por una serie de algoritmos capaces de ejecutar acciones rutinarias. Por lo tanto, si y solo si, mi forma de enseñar es rutinaria, la IA me revolcará en el aula de clases.  La premisa nunca ha de ser la prohibición de dispositivos móviles en los recintos educativos, menos aún, partir de la afirmación que el aprendiz copiará los contenidos. Educar es un acto de confianza, si un estudiante copia contenido, la falla no recae en él, él solo es el reflejo de la incapacidad del sistema educativo en la enseñanza de la honestidad e integridad, incluso en generar su propio contenido a partir de distintos referentes.

Las instituciones que se niegan a los aportes educativos que hoy nos brinda la inteligencia artificial para mejorar la experiencia de aprendizaje, sin lugar a dudas, desaparecerán dentro de poco tiempo, hago énfasis: “poco tiempo” porque los tiempos de evolución y transformación se han acortado.

El reto es iniciar a construir en colectivo (docentes, estudiantes, comunidad, empresas y Estado) currículos novedosos (no reformas curriculares o transformaciones) con una visión profunda de la realidad y no pensados en el hoy, sino en el futuro próximo y no tan próximo, pues pensar en el hoy sería colocar fecha de caducidad a cualquier intento de estar a la par con los avances tecnológicos y con las dinámicas sociales.

Solo queda decir, que el temor NO posee justificación, al contrario, la IA representa un punto de apoyo para apalancar el desarrollo de nuestra práctica educativa, así como en su momento la red internet generó temor o la mensajería instantánea (PIN de BlackBerry o mensajes de textos) al pensarse que se podrían enviar las respuestas de los exámenes por esa vía; lo único sucedido fue el darnos cuenta que la prueba escrita no era la única forma de constatar el aprendizaje (evaluación).   

Por cierto, este título me lo ha sugerido ChatGPT.

Cintillo Documentos Web