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FORMACIÓN DE INVESTIGADORES NOVELES

Formación de Investigadores Noveles

Gestionar la ciencia, parte de la idea de ofrecer un espacio para la generación de otras formas de conocimientos validos relacionados, además, con el desarrollo de habilidades investigativas -en estudiantes y docentes universitarios– necesarias para impulsar la ejecución de proyectos de aula e investigaciones derivadas de la reflexión sobre problemáticas propias de las ciencias sociales.

En aras de ofrecer un abanico de posibles soluciones factibles a dichas problemáticas, incentivando el esfuerzo sostenido en el fortalecimiento de competencias individuales y colectivas, a través de mecanismos que impulsen cambios y transformaciones demandadas para el mejoramiento del desempeño profesional y personal de cada uno de los involucrados en la dinámica desplegada desde los espacios académicos u organizacionales.

Para el logro de la formación de investigadores, se hace necesario que tanto docente como estudiantes, dominen teóricamente las herramientas que les proporcionan los métodos investigativos, además de poseer claro conocimiento de la realidad a abordar. Esta labor debe configurarse como un proceso interdisciplinario y transversal del currículo universitario, a partir de la integración de los contenidos de las disciplinas, de forma sistemática.

De allí que se ha de abrazar la idea que concibe a la investigación científica como un eje transversal que busca generar en la comunidad universitaria competencias para: observar participativamente, ser creativo e innovador, para analizar, discernir y sintetizar, contrastar y verificar el conocimiento y aplicarlos en la práctica, contextualizar las técnicas de investigación, manejar y analizar datos, usar diversidad de métodos, identificar, plantear y resolver problemas, buscar, procesar y analizar información procedente de fuentes diversas, sinergizar, debatir, usar metáforas, experimentar, formular y gestionar proyectos.

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Razón por la cual, toda Institución de Educación Superior (IES), entre una de sus metas ha de aupar a sus estudiantes y docentes para que se apropien de las realidades adversas que le son comunes, para generar diversas alternativas de solución, incluso aportando -desde la extensión- conocimientos científicos como garantía de mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, además de la transformación social a través de procesos de tecnología e innovación que inciten la mejora continua de la dinámica universitaria.

Sin embargo, es común evidenciar un número reducido de docentes involucrados en los procesos investigativos, a causa quizás del desconocimiento de los mismos o ante los reducidos beneficios que le brinda la investidura de docente investigador. Hasta el punto de expresar sentirse atrapado en una universidad que pondera a la docencia, sobre todo en su dimensión administrativa, antes que a la investigación y a la extensión.

Todo lo descrito, acarrea como efecto último la perdida de indicadores de impacto en la dimensión investigativa universitaria. Ciertamente, se pueden realizar los procesos y alcanzar las transformaciones esperadas, pero al no saberla sistematizar se impide la difusión del conocimiento o logros alcanzados en revistas, libros o espacios de debate científico, motivo por el cual la gestión de la ciencia y la tecnología en algunas universidades públicas se pudiese mostrar amenazada.

Formación de Investigadores

Cuando se habla de formación de investigadores en los ámbitos académicos, pareciera que un manto reduccionista se apoderara de la idea y limitara el significado del enunciado única y exclusivamente para los estudios de maestrías y doctorados. En este documento derivado de un proceso de investigación, se conciben los referentes teóricos que a continuación se presentan desde un enfoque de “continuo humano”, a través del cual se asienta la idea que desde infantes todos han de ser formados para aprender a conocer y a apropiarse de realidades, para proponer soluciones, para transformar, e incluso para orientar la lectura comprensiva con fines científicos.

Ortiz (2010), afirma que formarse para investigar es resultado de un proceso arduo, en el que concurren diversos factores internos y externos al sujeto: individuales, culturales, sociales, políticos y económicos. Resultado de la imaginación creadora, implica una construcción difícil y delicada, en la que van en juego la personalidad del individuo, sus conocimientos disciplinares que explican el mundo, sus valores, sus intereses, sus habilidades, sus actitudes y sus relaciones, entre otros. Por consiguiente, se establece la necesidad de reflexionar sobre las situaciones de formación y surge la necesidad de redimensionar los procesos de formación de investigadores por la exigencia de integrar componentes subjetivos como son la afectividad, cognición, sin dejar de lado la actividad social, lo que implica entonces los aspectos ético-pedagógicos, políticos y epistémicos.

En efecto, entender la formación de investigadores desde una visión integral, pasa por comprender que existen situaciones multidimensionales que ameritan actuaciones complejas por parte del sujeto en formación, así como el desarrollo de habilidades y destrezas que le permitan incorporase a labores específicas, bien sea en contextos investigativos/académicos o profesionales/organizacionales. Además, emerge la necesidad recurrente de un investigador que establezca una postura crítica ante los fenómenos, su equilibrio emocional, e incluso, una interrelación positiva y responsable con su entorno.

Adicionalmente, la formación integral de investigadores implica el trabajo interdisciplinario a fin de lograr un conocimiento más completo y objetivo de los procesos que se estudian. Motivo por el cual, el quehacer interdisciplinario se concibe como una interacción existente entre dos o mas disciplinas diferentes. Tal interacción puede ir de la simple comunicación de ideas hasta la integración mutua de conceptos directivos, metodología, procedimientos, epistemología, terminología y datos.

En consecuencia, la formación integral de investigadores implica que el docente/estudiante domine no sólo los métodos y técnicas de la investigación científica para ser utilizados correctamente en los diversos procedimientos e instrumentos. Además, se requiere de una preparación previa para comunicar los resultados de su quehacer investigativo a través de disertaciones en eventos científicos o en publicaciones escritas indexadas.

Por su parte, Villarreal y Guevara (1994) argumentan que una acción estratégica viable de formación de investigadores representa constituir núcleos de investigación (grupos) integrados por investigadores en formación bajo la dirección de un investigador formado (líder) con los siguientes objetivos: colaborar con el investigador formado en el proyecto que éste desarrolle (investigación colectiva); y generar un proyecto propio después de haber colaborado con el investigador formado y bajo la asesoría de éste. Es decir, aprender a investigar en comunidades de investigadores para luego conformar sus propias comunidades, con el propósito de crear luego redes de investigación.

Cabe destacar, que las acciones formativas orientadas a la investigación, implican un modo alternativo de organizar los procesos en comunidades de aprendizaje conformadas por docentes y estudiantes investigadores, capaces de generar conocimientos desde la colaboración, entre todos los miembros de la comunidad. Al respecto, Ríos-Parra (2018) plantea que: crear colectivos de formación de investigadores (co-formación) representa un proceso integral e interdisciplinario, posible a través del diálogo de saberes, el trabajo colaborativo y la reflexión colectiva, así como bajo los principios interventores de: horizontalidad, cooperacionalidad, mediacionalidad y corresponsabilidad, mediante los cuales se aprende a aceptar y a valorar las contribuciones del otro.

Por lo expuesto, la formación de investigadores constituye un proceso en el cual el sujeto en formación desarrolla competencias integrales para apropiarse de la realidad, conocerla y transformarla como garantía de mejora continua. Ciertamente, este proceso no representa una acción aislada, sino que, al contrario, la formación de investigadores exhorta a la comunidad académica a conformar comunidades de investigadores, redes de conocimientos, grupo y/o semilleros de investigación; pues dicha acción es contemplada como un acto interdisciplinario y de interrelación social. Finalmente, se presenta una propuesta del plan de formación de investigadores a ser desarrollada en seis fases. (ver figura 1)

Formación de investigadores en Colombia
Figura 1. Fases estratégicas del plan de formación de Investigadores

Ante las reflexiones expuestas, se requiere resaltar que cada una de estas fases, como se han denominado, no suceden de manera aislada, ni separada; se dan en forma continua y simultánea en muchos casos; mientras se está desarrollando una se puede estar construyendo o iniciando cualquier otra; por lo que se transversalizan unas a otras según la dinámica que tenga el desarrollo del proyecto de investigación. Incluso, tal como lo afirman Ríos-Parra, et al. (2018), las fases de un plan de formación de investigadores han de estar impregnadas de la dimensión ética, en las cuales se puedan establecer por consenso un código de ética entre los miembros investigadores, con el propósito de resguardar su integridad científica en cada uno de los productos y nuevo conocimiento generados.

Reflexiones finales

Unos de los principales talantes del Estudiante, Docente Universitario e integrantes de semilleros de investigación, se centra en “Ser un investigador con una formación del más alto nivel en su campo o área del saber”; por lo tanto, un investigador es conocedor de técnicas, métodos, procedimientos propios, autónomo, reflexivo y crítico, constructor y difusor de conocimientos en su área, con un dominio académico y curricular, que le permita alcanzar un excelente desempeño como formador de formadores y el conocimiento de su realidad local – global desde diferentes ámbitos: educativo, económico, social y político, para de esta manera liderar y generar transformaciones respondiendo a las necesidades de su entorno.

Desde esa perspectiva, el plan de formación en investigación permite la instauración de una cultura investigativa universitaria donde los procesos investigativos estén direccionados a la reconstrucción dialéctica de una realidad objetiva desligada de los modelos lineales y mecanicistas, regidos por esquemas de investigación instaurados en los recintos universitarios como únicos y definitivos; sino que en contraposición a ese pragmatismo metodológico, se constituyan en guías que orientan el desarrollo del trabajo de investigación, ajustadas a los requerimientos que exige la práctica científica en cada contexto a situación concreta.

Asumiendo, esta postura epistémica, el plan permite además inocular la idea de superación de la posición reduccionista que todavía prevalece en muchas instituciones de educación superior, en donde se piensa que contar con un esquema o “receta” es suficiente para alcanzar la verdad científica.

En sumas, el colectivo de estudiantes y docentes investigadores han de ser formados en atención a un determinado sistema de tecnologías y técnicas, tanto de alcance general (común a todo tipo de investigación) como de alcance especializado (típico de su propio enfoque epistemológico y de sus propias áreas problemáticas vinculadas a las ciencias sociales, humanas…). Este accionar estratégico contextual, coadyuba a la apreciación social de la ciencia, la tecnología y la innovación como principio rector de la formación de investigadores impulsado por todas las entidades que gestionan la CTI en cada país.

En definitiva, se requiere que el colectivo de investigadores en formación domine no sólo la metodología para utilizar correctamente los procedimientos, técnicas e instrumentos; sino que se preparen para exponer en forma escrita y oral los resultados de su producción científica. Para ello, se ha de destacar el desarrollo de competencias investigativas direccionadas a la redacción de artículos científicos o cualquier otro protocolo: ensayos técnicos, libros y capítulos de libros. Entre otras producciones, a fin de difundir su labor científica.

REFERENCIAS

Ortiz, V. (2010). Los procesos de formación y desarrollo de investigadores en la Universidad de Guadalajara Una aproximación multidimensional. Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. Editorial CUCSH-UDG.

Ríos-Parra, D. (2018). Teoría Sistémica de la Co-formación de Investigadores: desde una dialéctica integral e interdisciplinaria. Editorial Académica Española.

Ríos-Parra, D.E.; Romero, L.A. y Galvis, C.C. (2018). Cultura ética e integridad científica en la generación y gestión del conocimiento. En Meriño, V., Martínez, E., & Martínez, C. (Ed.). Gestión del Conocimiento. Perspectiva Multidisciplinaria”. Vol. 10, Año 2018, Pág. 121-135. Fondo Editorial Universitario de la Universidad Nacional Experimental del Sur del Lago de Maracaibo Jesús María Semprún. https://www.cedinter.com/books/gestion-del-conocimiento-perspectiva-multidisciplinaria-volumen-10/

Villarreal, D., & Guevara, J. (1994). Una experiencia en formación de investigadores. Núcleos de investigadores en la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Revista de la Educación Superior, 23(4).

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